Como
en toda organización secreta y de contenido mágico, se exige a sus
miembros una iniciación y un camino idóneo para obtener la
pertenencia al grupo. En el caso de la “Recta Provincia” consiste
en realizar al menos cuatro actos: borrar el bautismo (lo cual se
efectuaba debajo de una caída de agua, llamada traiguen);
llevar sobre el cuerpo a una lagartija por varios días sin causarle
daño; matar al ser más querido por el brujo (generalmente, un
hijo); y confeccionar el propio macuñ.
Este último objeto es una especie de chaleco que se elabora usando
la piel de un cadáver de cristiano varón o de una mujer virgen.
Gracias a esta manta el brujo puede volar. Y con el derrame de
aceite humano en el macuñ,
éste
se hacía luminoso. Por ello, todavía en ciertas zonas del campo
chileno el ver unas misteriosas luces que flotan en el aire es algo
temido: se cree que corresponde a brujos.
Cumpliendo
estos requisitos el brujo puede entrar a la cueva de Quicaví.
Es
curioso ver cómo este camino puede resumirse en tres pasos, lo que
nos recuerda a los tres de la iniciación en el antiguo Egipto; pero
invertidos (1).
a)
Antipurificación (Purificación en el antiguo Egipto)
b)
Postura del macuñ
(Coronación en el antiguo Egipto)
c)
Descenso a la cueva (Ascensión a la pirámide o templo en el antiguo
Egipto).
Acerca
de algunas acciones o ritos de los brujos, se conoce uno que tiene
grandes semejanzas a la cultura vudú. Los brujos chilotes son
capaces de charlar con los muertos y de lograr vivificarlos, pero de
manera que se manifiesten torpemente, al igual que los zombies
haitianos.
Evaristo
Molina en su importante artículo titulado “Mitología Chilota”
relata un hecho pavoroso:
“Varios
<<limpios>> aseguran haber contemplado más de una vez a
un grupo considerable de brujos de Palqui conduciendo un muerto desde
dicho lugar hasta Matao, a 23 kilómetros de distancia. Otros afirman
haber visto conducir cadáveres desde Matao hasta Palqui. Estas
conducciones, según unos y otros relatos, se hacen del siguiente
modo: el muerto va caminando muy lentamente, con sus propias piernas,
seguido por un gran séquito de brujos, que van cantando responsos y
otros cánticos fúnebres. El muerto se queja de un modo desgarrador;
y a veces se para, como resistiéndose. Los brujos se mofan entonces
de él y lo apostrofan recordándole los agravios que en vida les
infirió. Cuando se resiste mucho lo hacen caminar a fuerza de
azotes” (2).
Como
en toda agrupación esotérica real, los brujos deben guardar
silencio respecto a su identidad, la cual jamás deben comunicar a
los “limpios” (cristianos, no brujos).
Mencionemos,
ahora, algunos poderes de los brujos chilotes:
a)
Facultad de volar, para lo cual usan el macuñ.
b)
Facultad de transformarse en animales (teriomorfismo).
c)
Facultad soporífera respecto de hombres y animales, para poder
cometer con facilidad sus actos.
d)
Facultad de comunicarse y hacer hablar a los muertos.
e)
Lanzar “balazos” o realizar el “mal tirado”, “llancazo”
o “coihuazo”,
o sea dirigir maleficios a distancia.
f)
Modificar el movimiento de las aguas, ya sea: deteniéndolas,
subiéndolas o bajándolas.
g)
Elaborar toda clase de venenos y filtros amorosos.
h)
Usar el challanco.
Se trata de un objeto que permite saber lo que está ocurriendo en
lugar distante o conocer el futuro. Además, faculta a la víctima de
un “flechazo” a que vea al brujo que lo “lanzó”. Hay
diversas hipótesis sobre su constitución. Para algunos es una batea
con agua; para otros un espejo; incluso, hay quienes dicen que sería
una bola de cristal.
i)
Enlesar.
Esta acción consiste en aturdir, confundir, extraviar a los
“limpios”. Quitarles momentánea o definitivamente la razón.
j)
Enyetar.
Acción de dar mala suerte a la víctima.
NOTAS:
1.- EVOLA, Julius: Rebelión
contra el mundo moderno.
Ediciones Heracles, Buenos Aires, 1994. pp. 99 y ss.
2.-
MOLINA HERRERA, Evaristo: "Mitología chilota". En:
Archivos del Folklore Chileno Fascículo N°2, Edit. Universitaria,
Santiago, s.f., p. 64.
Texto tomado de:
"La
Recta Provincia: Una cofradía de brujos al sur de Chile", Sergio Fritz Roa, Editorial Bajo los Hielos, Santiago de Chile, 2015. Primera edición.
(Primera edición)
(Edición actual)
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